Según el BCB, al 18 de noviembre de este año, las reservas alcanzan un saldo de $us 3.852 millones, y representan alrededor del 9% del PIB de Bolivia. Cubren cuatro meses de importación de bienes y servicios, el rango referencial internacional es de tres
La variación decreciente de las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB) -desde su máximo en 2014, que registraban más de $us 15.000 millones, hasta $us 3.852 millones al 18 de noviembre (es el último dato oficial disponible)- desnuda riesgos en la estabilidad cambiaria y desequilibrio en el mercado financiero del sistema nacional.
Así, en opinión del presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Luis Fernando Romero, de persistir esta tendencia puede acarrear una crisis en la balanza de pagos, donde el BCB, al no tener el volumen necesario de divisas para mantener el equilibrio en el mercado cambiario nacional le será difícil sostener el tipo de cambio fijo y, por ende, será inevitable la devaluación de la moneda, “salvo que solventen las RIN con una mayor deuda pública, se canalicen recursos de otras partidas del PGE u otras políticas que también pueden traer efectos negativos”, anotó.
Deduce que si el tipo de cambio del dólar sube traería un proceso inflacionario, puesto que la economía es altamente consumidora de bienes foráneos (legales o ilegales), inclusive lo que producimos que utilizan materia prima o insumos extranjeros (por ejemplo, combustibles), incrementando sus precios para el mercado local. “Todo esto también generaría la pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda, que en un contexto de crisis mundial, con tendencias a una contracción económica e inflación generalizada, para el país sería catastrófico”, afirmó Romero.
Otro efecto desfavorable, a su criterio, sería un desequilibrio en el mercado financiero, sobre todo el crediticio en moneda americana, habiendo ganadores y perdedores, dependiendo si uno es deudor o acreedor, pero el peso de la moneda nacional, su valor y la ‘bolivianización’ de la economía, se vería muy afectada.
Para Christian Aramayo, economista y presidente de la Fundación Gobierno Abierto, una caída en las reservas implica un serio riesgo en la estabilidad cambiaria y, por lo tanto, en las expectativas de la población y los agentes económicos.
En otras palabras, cree que, a raíz de una desestabilización en las variables monetarias, puede generarse fenómenos de conflictividad social. “Si bien es preocupante que las divisas estén por debajo de $us 1.000 millones, ya es alarmante el ritmo de reducción desde 2015”, dijo Aramayo.
Expuso que Bolivia es considerado un país con un riesgo considerable (Fitch califica el riesgo país en B) debido a los niveles de incertidumbre, paupérrima calidad institucional y algunas señales macroeconómicas. “Esta caída en la confianza en el Estado boliviano implica el cierre o el encarecimiento de fuentes de financiamiento externo para, por ejemplo, cubrir el déficit fiscal», enfatizó Aramayo.
De hecho, insinuó que un Estado cuando se encuentra en situación de déficit y no reduce los niveles de gasto, tiene dos opciones: endeudarse (lo que implica trasladar el costo a las familias del futuro) o imprimir papel moneda, lo que tiene el riesgo de generar presiones inflacionarias afectando principalmente a las familias más vulnerables del país, como ocurrió en la década de los 80.
Por si fuera poco, el economista Róger Banegas, anotó que Bolivia en la actualidad está con calificación de riesgo ‘B’ interpretada como inversión especulativa, es decir, sus títulos no están en grado de inversión. “Estas calificaciones de riesgo soberano han disminuido en los últimos años debido a los desequilibrios macroeconómicos, especialmente por el déficit fiscal permanente y, sobre todo, por la caída significativa en las RIN”, dijo.
Según él, hay más de $us 8.500 millones en las calles, dólares informales que han salido del BCB y del sistema financiero a lo largo de los últimos años. “Se debe realizar un ajuste en la estructura del aparato estatal: gasto e inversión pública, el BCB no puede seguir financiando a las empresas públicas estratégicas”, señaló Banegas.
De acuerdo con el Banco Central de Bolivia, las RIN alcanzan un saldo de $us 3.852 millones al 18 de noviembre de este año y representan alrededor del 9% del PIB de Bolivia. “Las RIN cubren cuatro meses de importación de bienes y servicios, siendo que el parámetro referencial internacional es de solamente tres meses. Por otra parte, las RIN cubren más de tres veces el servicio de la deuda externa pública y privada de corto plazo, cuando el umbral referencial es de una vez”, puntualizaron desde el ente emisor.
Las reservas se constituyen en un respaldo financiero para las importaciones o compras externas del país. El Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que las RIN deben cubrir entre tres y cuatro meses de importaciones de un país “para suavizar el consumo en el caso de una caída dramática de las exportaciones”.
Indisciplina fiscal
Para Antonio Saravia, doctor en economía y director del Centro de Estudios para la Economía y la Libertad en Mercer University (EEUU), si las RIN siguen cayendo y se acaban los dólares, la presión sobre el tipo de cambio fijo será muy fuerte. Así, dijo que el Banco Central tendrá entonces solo dos opciones de corto plazo que generarían una crisis económica.
La primera opción, a su juicio, es reducir la oferta monetaria para así hacer más escaso el boliviano y rebajar la demanda de dólares. “Esto se logra vendiendo bonos del tesoro y subiendo la tasa de interés. Pero estas políticas son claramente recesivas y reducirían la tasa de crecimiento, subirían el desempleo, etc.”, aludió Saravia.
La segunda opción es devaluar. Esta es, a su criterio, la peor elección de todas porque causaría incertidumbre, inflación y altas expectativas de más inflación. “Una devaluación soltaría además las amarras para que el Banco Central siga financiando al Gobierno y no generaría los incentivos necesarios para bajar el gasto. No importa cómo se lo mire, entonces, el descalabro de las RIN es una muy mala noticia y la consecuencia de muchos años de indisciplina fiscal e irresponsabilidad de políticas públicas, precisó Saravia.
Desde la visión del economista Wálter Morales, las RIN han caído, desde su máximo en 2014, que registraban más de $us 15.000 millones, hasta menos de $us 4000 millones, y solamente la cuarta parte son divisas líquidas.
Para seguir funcionando sin sobresaltos, expresó que se ven una serie de intenciones y medidas, pero orientadas a restringir las libertades y la movilidad de dólares, lo cual no es sostenible. “Los niveles promedio de seguridad de las divisas ya están por debajo de los $us 1.000 millones y podría generarse una demanda potencial que sea difícil de detener racionalmente, si se quiere mantener el tipo de cambio, o evitar que se cree uno paralelo”, apuntó Morales.
Afortunadamente, en su criterio, la mayoría de los agentes económicos no cuenta con ahorros significativos, y, dados los costos de moverse entre dólares y bolivianos, aún se mantiene la transaccionalidad y cierta confianza en la moneda nacional. Adicionalmente, dijo que existen dólares desintermediados, fuera del sistema financiero, por diferentes motivos y eso amortigua también la demanda.
Para Morales, se requieren medidas de fondo estructurales y alineadas con objetivos de mediano y largo plazo como las exportaciones, inversión extranjera y la utilización inteligente de financiamiento externo. “No se puede continuar con los niveles de agregados monetarios y financiamiento interno, porque eso se puede volcar a buscar y perder más dólares aún”, enfatizó, al anotar que el modelo económico vigente, con tanta incertidumbre, requiere un cambio de visión, más amplia y pragmática, por sobre la ideología y los apasionamientos.
La realidad se impone
Según el analista económico Joshua Bellott Sáenz, las RIN a finales de 2020 eran $us 5.276 millones, y en divisas $us 2.386 millones. Para el 26 de octubre de este año alcanzaron $us 3.833 millones y en divisas $us 998 millones. El último reporte del 18 de noviembre de este año, indica que las divisas suman $us 854 millones. “La pérdida a un año y 11 meses es de casi $us 1.500 millones, pese a que se tuvo un 2021 una balanza comercial positiva que alcanzó los $us 1.400 millones y un ingreso por remesas de compatriotas que viven en el exterior por un monto similar (entraron más dólares de los que salieron), pero la caída de las reservas no se detuvo”, anotó.
Tomando en cuenta que en septiembre de este año las RIN se situaron en un poco más de $us 700 millones (menos de un mes de importaciones), a juzgar por Bellott, es evidente cierta volatilidad del indicador. “Si a esto, adicionamos el paro de Santa Cruz que se constituye probablemente en el mayor generador de divisas para el país, es casi seguro que, para diciembre o enero del siguiente año, la cantidad de divisas caiga aún más. Por supuesto, parece que el riesgo de desestabilización de la economía se acerca inevitablemente”, enfatizó.
Fuente: 28 de Noviembre de 2022
Fuente: El Deber.