Los partidos proponen medidas para captar el voto, sin entrar en detalle en el control del gasto público y reducción del déficit y la deuda
Los programas electorales de los cuatro principales partidos que concurren a las elecciones generales este 23 de julio ya están sobre la mesa y, con todas las diferencias abismales que presentan en materia económica –de Vox a Sumar, pasando por PSOE y PP–, comparten una característica: todos se dan de bruces con una mayor disciplina fiscal que va a pedir Bruselas (y reclaman varios organismos internacionales) y pecan de poco concretos sobre cómo van a sufragar algunas de sus promesas de gasto o capear la pérdida de ingresos por algunos recortes de impuestos. Más allá de los impuestos, también abundan propuestas medioambientales, energéticas e inmobiliarias, con promesas de construcción de vivienda social, por un lado, e incentivos para facilitar el acceso, por el otro. Todas en busca de un electorado que, según el INE, perdió el 5,6% de su poder adquisitivo en 2022.
Tras años de shock por la pandemia y la guerra en Ucrania, Bruselas volverá a aplicar las reglas fiscales el año que viene. Su vuelta establecerá, ante amenaza de sanción, el objetivo de déficit por debajo del 3% y una ratio de deuda pública menor al 60% del PIB.
El Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez ha sido la víctima y el verdugo del aumento del endeudamiento de estos últimos años y es, junto al líder popular, Alberto Núñez Feijóo, uno de los aspirantes a lidiar con su alivio en los próximos. La deuda pública es en torno a un 15% superior con respecto al inicio de la legislatura –hasta alcanzar el 113,2% en 2022–y el déficit público se encuentra casi un 1,8% por encima del valor de 2019 –al 4,8% del PIB, al cierre del año pasado–.
Los responsables de este aumento van desde los ERTE de la pandemia, hasta las ayudas para paliar la crisis energética e inflacionaria, las que han supuesto un gasto efectivo equiparable al 2,5% del PIB entre 2022 y 2023, según la Airef.
Queda pendiente el cómo y de qué manera, se alcanzarán estas metas comunitarias, que se negociarán durante la presidencia española del Consejo de la UE. No obstante, el consenso del Banco de España, la Airef y el BCE, entre otros, claman por que comience ya el proceso de consolidación fiscal. Los programas electorales, por el contrario, siguen sin destacarlo.
Las reformas fiscales han sido el plato principal de los programas económicos desde hace décadas. Ya en 1995, el entonces candidato José María Aznar anunció que emprendería una profunda reforma fiscal si llegaba a la Moncloa. Esta gran reforma tributaria, centrada en el IRPF, marcó un antes y un después.
Desde entonces todas las campañas electorales han contado con el debate tributario, al tiempo que delimitó dos formas de actuar. Por un lado, una focalizada en las rebajas fiscales, con el objetivo de ampliar las bases tributarias e incrementar la recaudación. En el otro lado, la centrada en las subidas de impuestos para las rentas más elevadas, buscando una mayor justicia social e incrementándose también la recaudación.
Fuente: Cinco dias