La problemática de la pandemia, contrabando y el clima ahondaron la crisis vitivínicola.

Las exportaciones de vino de enero a octubre tuvieron un retroceso de 57% en términos de valor y un 42% de volumen, en comparación con el mismo periodo de 2021. En tanto, las importaciones crecieron en 62% en valor y 45% en volumen.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de enero a octubre de esta gestión las exportaciones de vino totalizaron $us 70.936, frente a los $us 163.481 de 2021.

En tanto, en términos de volumen, en el mismo periodo alcanzaron los 20.489 kilogramos, frente a los 35.445 kilogramos de 2021.

Respecto a las importaciones de vino, éstas alcanzaron de enero a octubre de esta gestión los $us 1.514.728, frente a los $us 935.203 registrado en la gestión pasada. Así también, en términos de volumen, en el mismo periodo se llegó a los 485.079 kilogramos, frente a los 333.769 de 2021.

El gerente general de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), Fernando Galarza, señaló que en los últimos años hubo una caída significativa en la producción de vinos y singani.

Una tarijeña muestra una de las variedades de uva en Tarija.

“Desde el inicio de la pandemia, sumado al contrabando, además de los efectos climatológicos, hubo una caída del 35% de la producción de vinos y singanis”, dijo.

De acuerdo con los datos de ANIV, la producción anual de vino a nivel nacional, cifra estimada, está alrededor de 16 millones de litros, con una capacidad de producción de 22 millones de litros.

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En el caso de singani se produce alrededor de 5 millones de litros y se tiene una capacidad instalada de 9 millones de litros.

Respecto a la exportación de singani, el INE refleja que de enero a octubre se alcanzó los $us 36.305, con un volumen de 13.101 kilogramos, frente a los $us 182.789, por un volumen de 38.796 kilogramos.

“Estamos produciendo una capacidad mucho menor a la que contamos. ANIV concentra once bodegas y se sumarán tres el próximo año, pero entre estas once bodegas se concentra el 90 por ciento de la producción total de singanis y vinos”, dijo.

Galarza agregó que la exportación tanto de vinos como de singanis es muy incipiente y no se llega ni al 4% del total de la producción, sin embargo se debe apostar a potenciar la producción a nivel nacional.

“Estamos trabajando para incentivar el consumo, obviamente un consumo responsable. Se trata de culturizar a la población en el consumo de vinos y singanis porque el consumo per cápita es bajo”.

El consumo por año, señaló Galarza, no llega a dos litros en Bolivia, cuando en otros países como Argentina es de 24 litros o Chile que alcanza los 22 litros, frente al consumo de países europeos como España que tiene una demanda per cápita de 40 litros o Portugal que llega a los 50 litros.

Variedad de vinos de mesa producidos por las industrias bolivianas.

“Cuantitativamente es muy difícil que se pueda competir. No podemos llegar con vinos baratos al mercado exterior, pero tenemos que concentrarnos en la calidad”, dijo Galarza y acotó que los vinos producidos en Bolivia están al nivel de cualquier otro país.

“Eso se lo demuestra con las innumerables medallas que han ganado todas la bodegas nacionales a nivel internacional”.

Para Luis Pablo Granier, gerente general de D&M-SAIV, uno de los grupos empresariales más importantes del mercado de vinos y singani del país, el tema de la pandemia, los conflictos sociales y efectos climáticos causaron que el mercado vitivinícola no esté con los ingresos, como los que se registraban antes de 2019.

“Hemos tenido una caída muy dura en 2020, se calcula de un aproximado de un 35 por ciento del sector y todavía nos está costando retomar esos números”, dijo.

Agregó que si bien se abrió el mercado y que ahora la gente pude salir a consumir con su familia, el contrabando está afectando a este sector y es el mayor desafío de encarar esta problemática para la industria vitivinícola.

“Se calcula que todo el movimiento de uvas, vinos y singani genera alrededor de 140 millones de dólares anuales, según el último dato. Toda es una cadena, si se vende menos (vinos y singani), obviamente se compra menos uva y esto repercute en la producción que afecta a toda la cadena productiva”, explicó Granier.

Para Liz Arancibia, presidenta de ANIV, el sector vitivinícola vive un contexto complejo, como las otras unidades productivas. “Se ha pasado una etapa dura con el tema de la pandemia”, pero ahora “nos ha golpeado muchísimo el contrabando”, sostuvo.

La directiva de ANIV señaló que el contrabando que ingresa de Argentina hizo que las bodegas estén con mucho producto “estoqueado (almacenado)” y eso ocasiona un problema para el pequeño productor agrícola, debido a que “las bodegas han hecho el mejor de los esfuerzos por poder cubrir esta producción y absorberla”, porque dejan de comprar más materia prima.

Agregó que pese a esta problemática, aún se sigue batallando y encarando dificultades como la no aplicación de la ley que está aprobada en cuanto al incremento del ICE (Impuesto a los Consumos Específicos) e incrementos porcentuales.

“Estamos muy golpeados con eso y además deberíamos tener mayor protección en relación a la importación legal como en otros países”, mencionó.

Dijo que si bien los vinos pueden ser importados de manera legal, la producción nacional no puede salir a países vecinos en condiciones óptimas, a pesar de los convenios internacionales, porque para “meter un vino a Brasil se tiene una cantidad de trabas y su Gobierno cuida su mercado, además que los impuestos son muy elevados”.

“Traer un vino a Bolivia es menos complicado porque se paga el mismo impuesto que nosotros lo hacemos. Yo creo que el consumidor tiene el derecho a elegir, y el derecho a tener opciones de vino, pero nosotros tenemos el derecho y el Gobierno la obligación de proteger el mercado nacional, como lo hacen otros países”.

El presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), Pablo Camacho, señaló que la afectación por el contrabando a la producción es muy fuerte. Se debe hacer un llamado a los bolivianos para cambiar el chip y pensar que “lo que viene del exterior es da calidad superior a la nuestra”.

Agregó que los vinos y singanis tienen una alta gama y son reconocidos a nivel internacional por lo que se debe promocionar “el de consumir lo nuestro” y no propiciar productos de contrabando.

Un viñedo listo para su cosecha

Efectos climáticos afectan producción de la uva

Este año los efectos del cambio climático (sequía, heladas y granizo) afectaron el rendimiento de la producción de la uva entre un 25% y 30%, según el director del Centro Vitivinícola de Tarija (Cevita), Ramiro Velásquez.

“Hemos tenido problemas con heladas tardías, no sabíamos chocar con esa inclemencia, generalmente las heladas están marcadas hasta agosto y de ahí no debería helar, pero se tuvo en noviembre y afectó fuertemente”, dijo.

Agregó que el granizo afectó también en gran manera, “hay que adaptarse y los cambios climáticos están para cualquier momento. Estamos luchando y contrarrestando con algunas técnicas para que el cultivo vaya soportando la helada”.

El gerente general de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), Fernando Galarza, informó que en el país existe una producción de 4.989 hectáreas de cultivos de uva.

“La mayor producción está en Tarija, que tiene alrededor del 72%. Luego está Santa Cruz, en los valles de Samaipata con alrededor de 16%; Chuquisaca , en los valles del Cinti con alrededor del 8% y el resto se los reparte entre Cochabamba, Potosí y La Paz, que son departamentos productores en mucho menor porcentaje”, explicó.

Así también, señaló que alrededor de 3.500 familias se dedican a la producción de uva, entre pequeños, medianos y grandes y que en el caso de un productor pequeño, éste tiene entre media hectárea a 2 hectáreas. “Son la mayoría, el 65% son pequeños productores, que se encuentran repartidos en distintas zonas a nivel nacional”.

Al igual que Velásquez, Galarza dijo que en Tarija se tuvo dificultades con heladas y granizos. “Hemos tenido una helada tardía en noviembre que ha afectado y los rendimientos han bajado. Nosotros calculamos que en Bolivia tenemos un rendimiento de aproximadamente 300 a 350 quintales por hectárea, pero el rendimiento bajará un 30% por este fenómeno”.

Agregó que esta problemática repercute en el rendimiento porque las plantas se queman con los fríos intensos y los granizos, debido a que no producen como normalmente tenían que rendir en un año. “Eso afecta seriamente la producción y el vid ya no sale como debería ser, de la calidad, para la producción de vino”.

“Uno sabe que un buen vino comienza desde la producción, es decir desde la tierra. Si uno no tiene una buena uva, no podrá tener un buen vino”, explicó el gerente de ANIV.

Fuente: 28 de Diciembre de 2022

Exportación de vinos cae 57% en valor y 42% en volumen – (la-razon.com)

Por Bolivia