Al día de hoy es bastante común encontrar notas con los términos SIMI, SIRA, CEF, Categoría A/B, LA, LNA, MULC para quienes se desarrollan en comercio exterior.

¿En qué afectan estos términos en el transcurrir de una importación?

Hace pocos días estrenamos el sistema SIRA. Consta de la misma estructura de la ex SIMI, pero que no difiere en mucho de lo que representaba esta última.

La carga en el sistema María (Kit Malvinas, como le gusta llamarlo a la AFIP), es de similares características y condiciones. Campos inmodificables, datos inalterables y una declaración de previsión de plazo de pago, o por lo menos una indicación de qué tipo de pago quisiésemos asignarle a la operación aperturada.

Lo cierto es que tanto la ex SIMI como la SIRA y las futuras “SI” que vengan a posteriori, no son más que una declaración anticipada de una voluntad de importación a lo que ni siquiera podremos llamar “compra”, ya que solamente es una intención.

Es que aquí radica el quid de la cuestión. ¿Cuál es la previsión que puede tener una fábrica con 50, 100, 200, 300, o más de 500 empleados, que de repente se ve envuelta en los términos, ex SIMI, SIRA, cupo A, excepción, MULC y la quita del anticipo de cuota de transferencia para lo que resta del 2022? La respuesta es: ninguna.

Según las declaraciones del Ministro Sergio Massa del último mes, este sistema viene a marcar una fuerte previsibilidad de las operaciones, y a traer calma con la certeza de la posibilidad de importación, prevaleciendo que el dólar se mantenga en nuestro país, pero asegurando el no desabastecimiento industrial.

¿Cuál es la situación real?

La realidad es otra, basta observar que entre la publicación de la norma SIRA y su entrada en vigor, se observó una brecha de 10 días hábiles que exteriorzo una especie “de abismo” del comercio exterior. Amén de que la Secretaría de Industria y Comercio aportó su granito de arena al pasar más del 70% de las posiciones arancelarias existentes de licencia automática a no automática.

Si a esto se le suma, la quita del adelanto de cupo del 20% a la posibilidad de anticipo de pago, evidencia  un estado de imposibilidad de negociar con oriente a plazo. Más las fallas técnicas del sistema, llevan a desacelerar las operaciones a un ritmo  que representa una baja de un 30% abrupto de las importaciones, con repercusiones que pueden llevar por un lado a desabastecer el mercado interno y por otro a generar altas subas en los precios, con los efectos propios  de favorecer  el proceso inflacionario global del que Argentina hoy no está exenta.

La falta de previsibilidad pone en juego muchos factores, que una vez destruidos no serán regenerados al finalizar la crisis, al menos, no rápidamente.

Si agregamos a ello la pérdida de la representatividad de los sectores del Comex ante los distintos sectores gubernamentales, nos encontramos en un punto limite que se traslada al capital de trabajo perjudicando los costos fijos de cada operador en forma directa.

Los Despachantes de Aduana en este contexto

La baja sustancial de operaciones es preocupante, a partir de un dólar de liquidación de exportaciones de 150, desalentando el canal exportador, sumado al impedimento de giro de dólares y medidas cambiantes que solo presentan esquemas restrictivos para el ejercicio operacional, dan cuenta de la reducción de las importaciones, visualizando una casi paralización del comercio exterior.

Es indudable que en este contexto el sector está resentido, afectando la actividad del despachante, intimamente relacionada con las operaciones de comercio exterior. Aquí es cuando se debe resaltar que el despachante de aduana es un actor fundamental en el comercio exterior, su labor no se agota en la mera acción del servicio a su cliente, sino en miras a fortalecer el comercio internacional, gestando acciones directas para el logro de protocólogos, regímenes, marcos normativos que impliquen una actividad operacional agil, transparente, previsible, contribuyendo con la debida evolución de un comercio internacional que se visualiza en el resto de los países, que la propia Organización Mundial de Comercio impulsa.

Para ello, resulta importante la recuperación del protagonismo del despachante de aduana, a fin de favorecer al Comercio Internacional y posicionanrse como lo que realmente es, un actor vital para el comex. Sin esta intención como premisa, las mesas de diálogo ante la AFIP y la Aduana, no posibilitarán soluciones a los temas que invocan tanta necesidad y el comercio exterior no observará evolución.   

Este objetivo está presente en el candidato a la presidencia por la Lista Azul, Marcelo Moscoso Boedo, que ha expresado en su spot de campaña generar mesas de diálogo perdidas y plantear las necesidades intrínsecas de la realidad que estamos viviendo, con el valor de quien lo solicita en su carácter de un actor fundamental para el comercio exterior, como resulta ser el despachante de aduana. Un profesional que enalece el Comercio Exterior; así debe ser visto por todos.

En este sentir, Marcelo Moscoso Boedo ha decidido ser candidato, quien con su amplia experiencia en la profesión de Despachante de Aduana y habiendo sido Secretario Nacional del Centro, conoce las necesidades que imperan en el entorno del Despachante y en el comercio exterior.

Es nuestro deseo que las elecciones en el mes de noviembre se desarrollen democráticamente, y que se produzca la ansiada renovación de autoridades, que sin dudas fortalecerá al sector y logrará reivindicar a la querida y compleja profesión del Despachante de Aduana.

Fuente: Aduana News, 29 de Octubre de 2022

Los despachantes ante los cambios en las importaciones  – Aduana News

Por Bolivia